EFECTO PIGMALIÓN

autoestima

Según la mitología griega, Pigmalión fue un rey de Chipre que destacó por ser un gobernante bueno y sabio. Además era también un magnifico escultor. Durante mucho tiempo Pigmalión había buscado una esposa, cuya belleza correspondiera con su idea de la mujer perfecta. Decidió que no se casaría y dedicaría todo su tiempo y el amor que sentía dentro a la creación de las estatuas más bonitas. Así, esculpió la estatua de una joven a la que llamó Galatea. Tan perfecta y tan bonita era que se enamoró de ella perdidamente. Entonces pidió a Afrodita, la diosa del amor, que le diera vida. Afrodita accedió a sus ruegos y transformó la estatua en una mujer real. Este mito ha dado lugar al Efecto Pigmalión.

Según este efecto, las expectativas que una persona o un grupo depositen en alguien afectan su conducta hasta provocar la confirmación de sus expectativas.

Es increíble cómo las expectativas que los demás tengan hacia nosotros puede condicionar nuestros éxitos o fracasos en nuestros objetivos. Cuando alguien nos alienta, nos motiva, cree en nosotros y en nuestras posibilidades, nos sirve como una inyección de fuerza y energía que nos empuja a ir hacia lo que deseamos. Somos sensibles a las expectativas de otros.

Si un profesor cree que un alumno sacará buenas notas, éste las acaba obteniendo, pero no sólo porque tenga más capacidad o se esfuerce más, sino porque el maestro modifica su conducta, la evalúa de manera subjetiva, premiando excesivamente sus aciertos, o lo trata de manera preferente.

Un pigmalión positivo, es aquel que saca lo mejor de nosotros. Alguien que confía en ti, que cree en tus posibilidades y por ello te apoya y te anima a seguir luchando hasta conseguir lo que deseas. Esa persona que, tras cada caída, justo en ese momento que estas pensando en tirar la toalla, el o ella, la coge, te seca el sudor y te empuja a continuar. Sus palabras y mensajes te motivan, te dan seguridad, aumentan tu autoestima y ganas confianza en ti mismo. Puede ser la figura de un padre, madre, entrenador, jefe, un amigo, un hermano… Está demostrado que en el ámbito laboral un trabajador obtiene mejores resultados cuando las expectativas de sus jefes y compañeros son positivas. Lo mismo ocurre en el ámbito familiar. Nuestros hijos conseguirán mejores resultados en los objetivos que se marquen si nuestros mensajes hacia ellos son motivadores y de confianza.

Pero... ¡cuidado! Porque igual que este efecto puede ser favorecedor y beneficioso, también puede tener un resultado negativo. Puede derrumbar y enterrar las ilusiones y limitar enormemente el potencial de una persona. Las autoprofecías que se cumplen, para bien o para mal, las tenemos que tener muy presentes.Cuando un educador piensa que alguien es irrecuperable o lo estigmatiza como sujeto de riesgo, lo convierte verdaderamente en una persona irrecuperable porque interactúa de tal manera que todo lo que sucede reafirma su imposible recuperación. Se crea lo que se teme.

El efecto también se denomina profecía autocumplida porque se verifica una profecía que se cumple a sí misma. Una profecía que se autocumple es una suposición o una predicción que, por el simple hecho de haberse enunciado, empieza a hacer realidad lo supuesto, esperado o profetizado; y de esta manera se confirma su exactitud.

“Solo si creemos que podemos conseguir algo, lo conseguiremos”.

Y es que el efecto Pigmalión también se da en las expectativas que uno tiene sobre sí mismo.

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