SÍNDROME POSTVACACIONAL
Tras varios días de descanso regresamos al trabajo y retomamos nuestras obligaciones y hábitos, pero ¿es fácil retomar nuestra vida diaria después de las vacaciones? En el artículo de hoy vamos a tratar el conocido síndrome postvacacional, así como una serie de pautas para hacer más llevadera la vuelta a la rutina.
El síndrome postvacacional, conocido también como estrés o depresión postvacacional, es un concepto que se refiere a la ansiedad o presión emocional que debemos afrontar al readaptarnos a nuestras obligaciones, ya sean laborales, familiares o de estudio, tras un periodo de vacaciones.
El estrés es un proceso normal de adaptación a las demandas del ambiente. Cuando tenemos que adaptarnos a nuevas demandas experimentamos una serie de cambios o reacciones a nivel físico, mental o cognitivo, así como a nivel conductual. Estos cambios se caracterizan por la activación, aceleración de funciones o puesta en marcha de nuevos recursos, con el fin de dar respuesta a dichas demandas. Así, cuando una persona tiene que atender una urgencia, su comportamiento se vuelve más apresurado y activo, pero para que se pueda poner en marcha esta nueva conducta se deben desarrollar una serie de reacciones a nivel físico y psicológico, de manera que se incrementarán las respuestas fisiológicas (respiración, temperatura, tasa cardiaca, etc…) y cambiarán los procesos cognitivos (aumento de atención en la nueva tarea a realizar, dejando de lado el resto). Este tipo de reacciones son normales, pero ¿podríamos mantener este ritmo para siempre? La respuesta es no, ya que este tipo de conductas suponen un desgaste continuo que nos producen cansancio, embotamiento, enlentecimiento, aumento de errores, malestar físico y psicológico, etc… y es necesario reponer nuestra energía para volver a responder a las demandas del medio.
Al incorporarnos al trabajo, tras las vacaciones, sufrimos una reacción de estrés, ya que el cambio de hábitos suele exigir un esfuerzo para volver a los horarios habituales, o para mantener la atención centrada en las tareas que nos ocupan, durante el tiempo requerido. El volver a enfrentarse a responsabilidades u obligaciones puede suponer un aumento de ansiedad, ante la posibilidad de hacerlo mal o de obtener un resultado negativo. El rendimiento, la motivación o el interés en los primeros días pueden ser un poco más bajos de lo habitual, el cansancio puede surgir más fácilmente y el estado de ánimo puede decaer en algunas personas, sobre todo en aquellas a las que les cuesta más adaptarse. Asimismo, el estrés postvacacional no afecta de la misma manera a todo el mundo y puede convertirse en un problema serio en aquellas que acumulan otro tipo de estresores como problemas de pareja, dificultades económicas, desempleo, enfermedad, etc…así como en las que no disfrutan con su trabajo o terminaron muy agotadas antes de las vacaciones. Sin embargo, en la mayoría de las personas la vuelta a la “normalidad laboral” no supone ningún trastorno, sino más bien al contrario, ya que vuelve con ilusión a la actividad productiva, en especial para quienes el entorno laboral se compone de actividades gratas y creativas con un desarrollo de relaciones sociales satisfactorias.
Para superar las molestias derivadas de esta mala adaptación al cambio de vida desde las vacaciones a la vida laboral, se recomienda seguir una serie de pautas cuando sea posible.
-Programar el regreso a casa de manera anticipada y relajada.
-Mantener reuniones relajadas de inicio de ciclo para definir y detallar los objetivos para el período que se inicia, los medios y las expectativas del equipo.
-Empezar de manera gradual con la intensidad del trabajo, de menos a más intensidad, siempre intentando comenzar por las tareas más gratas.
-Aprovechar los tiempos de descansos o de la comida para volver a alguna actividad agradable, para las relaciones sociales o familiares.
-Dormir adecuadamente, alrededor de las ocho horas.
-Mantener horarios regulares tanto durante el día como en las horas de acostarse y levantarse.
-No llevarse trabajo a casa.
-Practicar ejercicio físico moderado.
-La organización del tiempo y de nuestras actividades, estableciendo horarios, es fundamental para poder descansar, no estar preocupados, no sufrir continuos sobresaltos, olvidos importantes, etc…
-Seleccionar actividades cuando no podemos hacer todo.
-Mantener una actitud realista y proactiva, sin sopesar una y otra vez, de manera repetitiva y poco productiva, todas las alternativas a las cuestiones planteadas.
-Plantear los problemas laborales del modo más simple y esencial posible, prescindiendo de los detalles y sopesando la esencia para encontrar soluciones.
-Reforzar las conductas positivas de las personas de nuestro entorno con aprobación, halagos, sonrisas, pequeños detalles, etc…
-Practicar relajación en intervalos regulares, eliminar pensamientos erróneos o ideas irracionales que puedan darnos ansiedad.
"Elimina de tu vida todo aquello que te cause estrés y te quite la sonrisa" (Paulo Coelho).